sábado, 17 de agosto de 2013

Desde Colorado con óptimas sensaciones

Rafael Fernández Rubio

No era la primera vez, y tal vez hasta puede que no sea la última...

Un viaje más a las Américas, en un largo derrotero, que se sabe cuando empezó pero que es imposible anticipar cuando se puede acabar. Esa decisión no se cuando llegará, aunque si puedo estar cierto de que ha de llegar y al Cielo confío que sea en buen momento...

Un viaje realmente grato, con Delta Airlines, desde Madrid, haciendo escala en Atlanta. Vuelo muy confortable y trámites de pasaporte y aduanas especialmente agradables; encontrando gentes que han hecho muy acogedora la entrada en Estados Unidos, poniendo realmente su mejor saber hacer y facilitando toda la tramitación, además de ayudando en todo.

Recuerdo especial al policía de visados, con quien conversamos de todo, menos de lo que podrían ser formulismos, hicimos chistes, hablamos de nietos, le contamos los millones de dólares que llevábamos; me amenazó de un peligro no cumplido: Sagrario dedicada a las compras... Recuerdo también a aquel "mozo" voluntario, que nos trajo inmediatamente un carrito con  las maletas, antes de que nosotros las hubiésemos descubierto, y aun habiéndole dado equivocados los colores... ¡misterios insondables del destino! Era, sin duda, preludio de lo que han sido 11 días de muy grata estancia en los Estados Unidos.

Y desde el DIA (Denver International Airport), a través de su tren subterráneo, a la limousine contratada previamente, que nos recoge para trasladarnos en casi una hora a la ciudad de Golden, situada próxima al oeste de Denver, y al pie de sus montañas.

Es hora de descansar, pero antes de ello, nada más que cruzando la Washington Ave, nos apetece pasar a la terraza de ese restaurante Grappa, que se anuncia como comida mediterránea (Mediterranean bistro), y en el que su dueño, Ricardo Tondowski, es un brasileño que fue pianista de restaurantes, y ahora  ha debido hacer fortuna, porque sabe sembrar simpatía y tiene "oficio" en estos menesteres, con quien conversamos de aquí (USA) y de allá (Brasil). Aquí volveríamos más veces, durante la estancia en Golden, por el grato ambiente, y por la magnífica cocina, elaborada por su cheff francés Maurice Couturier, que sabe mezclar cocina francesa, italiana y española; que fue cocinero privado de Hussein de Jordania durante muchos años; que nos regala el paladar con: minestrone, steak tartar, portobello & grilled aspargus, filet aun poivre,... y unos helados ricos, ricos...

Nuestro punto de partida, para toda la estancia en esta ciudad, ha sido elegido por la Colorado School of Mines, a cuya cortesía se debe el haberse hecho cargo del alojamiento. Se trata del Golden Hotel, igualmente pleno de simpatía, confortable, muy tranquilo, y con un "staff" del que es justicia destacar a Graciela Martínez, recepcionista, mexicana, muy guapa y extremadamente amable, que siempre ofrece una sonrisa y un agrado en una atención que lo facilita todo. Pero también José, que nos trasladó tantas veces en el "transfer" del hotel, y los que no siendo mexicanos son también modelo de cortesía.

El hotel este emplazado al borde del Clear Creek, que discurre al pie de las Rocky Mountains (las Rocosas, para entendernos), y discurre por el corazón de la ciudad, con sus aguas cristalinas y espumosas, preparadas para el baño y hasta para navegar en balsa o en kayak, porque sin duda es un río que a todo ello se presta, pero también a los buscadores de pepitas de oro, mediante panera.

Y, por supuesto, a los pescadores, que aquí debe haber muchos dada la cantidad de ríos de montaña, con sus aguas bravas, que en la época del deshielo deben serlo mucho, además de frías, según nos cuentan de los crudos inviernos que aquí "disfrutan".

La ciudad fue fundada un 16 de junio de 1859, durante el "Piek's Peak Gold Rush" o, para entendernos mejor, la "Fiebre del Oro", cuando unos 100.000 buscadores del metal amarillo se extendieron por tierras de Estados Unidos, creando aquí un campamento minero.

De ahí nació la  famosa Colorado School of Mines, que es la vida de esta ciudad, aunque también la fábrica de cervezas Coors, que utiliza las aguas de este río, y que dicen es la mayor del mundo; pero también instituciones famosas, como el Centro Nacional de Terremotos (del U.S. Geological Survey), y el Laboratorio Nacional de Energías Renovables. Y todo ello sin olvidar que aquí cerquita está  la tumba de Buffalo Bill (pero eso espero que nos lo cuente Sagrario, que allí estuvo).

Golden, con algo menos de 20.000 habitantes, es una ciudad extremadamente limpia, en general con alto nivel de vida, y muy grata para andar cuando acompaña tan buen tiempo, que más que verano parece primavera.

Pasear por ella es relajante, y luminoso; sus tiendas pequeñitas, a lo largo de esa avenida principal, con; estatuas prácticamente en todas sus esquinas, con parterres de flores muy cuidados y coloridos, con recipientes para la basura perfectamente integrados; con murales que dan color a sus paredes...

Sus terrazas invitan a degustar productos mucho mejores que la tan extendida "comida basura", contemplando siempre al este el South Table Mountain, que se extienden horizontal sobre relieves antiguos, y donde esperas ver aparecer, en cualquier momento, a los amerindios arapahoes o cheyennes, montando a pelo a esos caballos moteados, y cubiertos sus cuerpos de tatuajes, pensando que atrás estarían los tipis construidos por las mujeres con las pieles de los bisontes... Eso es, al menos, lo que aprendimos en las películas de "indios", con toda su carga de emoción...



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